El 11 de junio de 2025, a pocos días de cumplir 83 años, falleció una de las mentes más brillantes de la música popular del siglo XX.
Murió Brian Wilson, y con él se va una de las mentes más creativas que haya dado la música popular. El líder y principal compositor de The Beach Boys falleció el pasado 11 de junio a los 82 años, tras enfrentar una serie de complicaciones de salud, incluyendo demencia y problemas respiratorios. Su partida marca el cierre definitivo de una era dorada del pop.
Para muchos en Puerto Rico y el Caribe —especialmente aquellos que crecieron escuchando los sonidos soleados de “Surfin’ USA” o la melancolía casi celestial de “God Only Knows”— su muerte es más que la pérdida de una leyenda; es un adiós a una parte de su propia historia.
El arquitecto de una nueva forma de hacer pop
Brian Douglas Wilson nació en Inglewood, California, en 1942. Desde joven mostró una sensibilidad fuera de lo común para la música. Lo suyo no era solo componer canciones pegajosas; era construir atmósferas, armonías, emociones. Estaba obsesionado con los sonidos, con los detalles, con cómo una canción podía sentirse como un recuerdo.
En 1961 fundó The Beach Boys junto a sus hermanos Dennis y Carl, su primo Mike Love y su amigo Al Jardine. Aunque la banda comenzó como un reflejo de la cultura surfista de California, muy pronto Wilson quiso ir más allá. En 1966 lanzó Pet Sounds, un disco que lo cambió todo. Orquestaciones sofisticadas, letras introspectivas y armonías vocales únicas elevaron al pop a un nuevo nivel. El mismo Paul McCartney dijo que sin ese disco, Sgt. Pepper’s no habría existido.
Genio atormentado, resiliente hasta el final
Pero no todo fue luz en la vida de Brian. Desde joven luchó con problemas de salud mental que nunca fueron tratados con el cuidado necesario. A los 22 años sufrió una crisis nerviosa en pleno vuelo. Dejó las giras y se recluyó en el estudio, donde encontró refugio en la música, pero también se fue perdiendo poco a poco.
Tras el rechazo de Smile, un ambicioso proyecto que nunca vio la luz en los años 60 por considerarse “demasiado raro”, Brian cayó en una depresión profunda. Durante años estuvo prácticamente encerrado en su casa, fuera de control, con serios problemas de adicciones y bajo la tutela de un terapeuta que, más que ayudar, lo dominaba.
Y aun así, sobrevivió. Regresó en los años 2000, cuando ya nadie lo esperaba, para reencontrarse con su público y presentar por fin su versión de Smile. Lo aplaudieron como lo que siempre fue: un pionero.
Su música, parte del alma americana… y latina
Para los hispanos que llegaron a Estados Unidos en los años 70 y 80, los Beach Boys eran parte de ese nuevo paisaje. Su música sonaba en las radios, en los centros comerciales, en los autos rumbo al trabajo. Aunque hablaban de playas californianas y chicas rubias, sus melodías y emociones eran universales.
En ciudades como Orlando o Kissimmee, donde miles de familias puertorriqueñas, colombianas y venezolanas han echado raíces, muchos encontraron en los Beach Boys una banda sonora para el verano eterno. Las canciones de Wilson hablaban del “ahora”, de lo que se siente cuando uno se enamora, cuando uno sueña, cuando uno recuerda.
Últimos años: amor, pérdidas y despedidas
La muerte de su esposa, Melinda Ledbetter, en 2024, fue un golpe del que nunca se recuperó. Melinda fue su mánager, su compañera y una de las pocas personas que realmente supo cuidarlo. Poco después de su fallecimiento, se hizo público que Brian padecía demencia y no podía valerse por sí solo. Fue puesto bajo tutela legal y se mantuvo alejado del ojo público.
Su muerte este junio , causada por un paro respiratorio, sorprendió, pero no fue inesperada. Aun así, la noticia sacudió al mundo de la música. Mike Love, su primo y compañero de banda, lo recordó como “el alma de nuestro sonido”. Su hija, Carnie Wilson, escribió: “Papá, te fuiste, pero tu música está en todas partes”.
Un legado inmortal
Brian Wilson no solo compuso canciones; creó un universo. En sus mejores momentos, su música podía hacerte sentir como si el sol siempre brillara, como si la juventud fuera eterna. Para muchos artistas, sigue siendo un faro. Para los fans, una fuente inagotable de consuelo y alegría
Aquí, en la Florida Central, donde tantas comunidades viven entre culturas y recuerdos, sus canciones seguirán sonando como himnos personales. Gracias por todo, Brian. Donde quiera que estés, ojalá el mar siga rompiendo en la orilla, y que la música nunca se detenga.