Por Melissa Morales García, MD
Por: Melissa Morales García, MD
Neurologa
Cuando hablamos sobre demencia, nos referimos a la pérdida de habilidades cognitivas como memoria, función ejecutiva, lenguaje, atención y orientación. En la lucha contra la demencia, la medicina ha buscado durante años respuestas en medicamentos, terapias conductuales, entrenamiento cognitivo, entre otros. Sin embargo, un recurso sencillamente cotidiano y universal está ganando terreno como herramienta terapéutica: la música. No sólo puede acompañarte, entretenerte e incluso hacerte bailar, sino que también puede ser una poderosa aliada del cerebro, aun cuando éste comienza a olvidar.
Diversas investigaciones científicas han comenzado a documentar cómo la música puede mejorar la cognición, el estado emocional y la calidad de vida de personas que viven con demencia. Lejos de ser sólo una estimulación física y sensorial agradable, escuchar música activa áreas del cerebro que se mantienen funcionales incluso en etapas avanzadas de deterioro neurológico.
¿Puede la música mejorar la calidad de vida en personas con demencia?
Una revisión sistemática publicada en Frontiers in Medicine en 2020 (Music Therapy in the Treatment of Dementia), analizó ocho estudios con un total de 816 personas diagnosticadas con diferentes tipos de demencia. Los resultados fueron claros: las intervenciones musicales con un significado emocional se asociaron con mejoras cognitivas, disminución en síntomas de depresión y mejor calidad de vida.
Pero, ¿qué ocurre realmente en el cerebro cuando una persona con demencia escucha música?
La música puede activar múltiples regiones en el cerebro: desde la corteza auditiva hasta el cerebelo y el sistema límbico, responsable de las emociones. En personas diagnosticadas con demencia, muchas de estas áreas permanecen relativamente preservadas, incluso cuando ya hay pérdida de memoria o dificultades para comunicarse.
Escuchar música —especialmente música con significado personal y emocional- puede estimular la liberación de dopamina, una sustancia química (neurotransmisor) clave en la motivación, la recompensa y la atención. También se ha observado que la música modula los niveles de cortisol, reduciendo el estrés y la ansiedad. Al activar redes neuronales distintas de las afectadas por la enfermedad, la música puede actuar como un “puente” hacia funciones cerebrales deterioradas, permitiendo que surjan recuerdos, palabras o emociones.
Incluso, en demencia severa, la música puede despertar expresiones faciales, movimientos rítmicos o miradas significativas, lo que sugiere que algo personal sigue vivo en el interior.
La música en la enfermedad de Alzheimer
En el caso específico del Alzheimer, el artículo The Promise of Music Therapy for Alzheimer’s Disease, publicado en Frontiers in Neuroscience, profundiza aún más en los mecanismos neurobiológicos involucrados. Esta revisión de literatura destaca cómo las áreas musicales del cerebro —como la corteza auditiva primaria, la corteza motora y estructuras límbicas— se mantienen funcionales durante gran parte del curso de la enfermedad.
Esto explica por qué muchas personas con Alzheimer son capaces de reconocer canciones, cantar letras completas o emocionarse con melodías de su juventud, incluso cuando ya no recuerdan los nombres de sus familiares.
El estudio también diferencia entre tipos de intervención. Las intervenciones activas, que involucran cantar, tocar instrumentos o moverse al ritmo de la música, se asocian con mayores beneficios cognitivos que aquellas pasivas, es decir, que la persona sólo escucha la música sin necesidad de cantar, ni realizar ninguna otra actividad. Esto puede ayudar a que el cerebro se reorganice, adapte y modifique como respuesta a nuevas experiencias, concepto conocido como “neuroplasticidad”. Además, éstas experiencias pueden promover la interacción social y el sentido de identidad.
¿Qué dice la ciencia sobre los beneficios de la música?
La ciencia respalda diversos beneficios de la música en personas con Alzheimer. Se ha demostrado que la música puede mejorar el estado de ánimo, reduciendo la irritabilidad, la ansiedad y los síntomas depresivos. Además, canciones con significado emocional actúan como verdaderas “llaves” que desbloquean recuerdos personales que parecían inaccesibles, favoreciendo la memoria autobiográfica. También se ha observado una mejora temporera en la atención sostenida y en la fluidez verbal tras interacciones musicales. Por último, la música facilita la conexión social, promoviendo la interacción con cuidadores y seres queridos, creando momentos significativos de presencia emocional compartida.
Alive Inside: la emoción detrás de la evidencia
Aunque los artículos científicos presentan datos prácticos, el impacto real de la música en la vida de una persona con demencia se comprende mejor al observarlo. El documental Alive Inside, dirigido por Michael Rossato-Bennett, nos muestra este fenómeno de forma conmovedora.
En una de sus escenas más recordadas, conocemos a Henry, un hombre mayor que vive en un centro de cuidado y que parece haber perdido toda conexión con el mundo exterior. Sin embargo, al colocarle unos audífonos con canciones de su juventud, su expresión cambia por completo. Empieza a moverse, cantar y, lo más sorprendente, hablar con claridad sobre su vida pasada. Esta transitoria transformación pone rostro humano a lo que la ciencia ya ha estado describiendo en laboratorios y clínicas.
¿Cómo integrar la música en el día a día?
La buena noticia es que no hace falta ser musicoterapeuta ni tener acceso a tecnología avanzada para incorporar la música como parte del cuidado diario, aquí algunas recomendaciones para integrar la música en el diario vivir:
Escoge canciones significativas: preferiblemente de la juventud o infancia de la persona.
Evita ruidos de fondo o interrupciones.
Observa reacciones: cada persona responde de forma única; lo importante es encontrar lo que le conecta.
Integra la música en la rutina: durante el baño, las comidas o antes de dormir.
Comparte momentos musicales en familia: cantar juntos puede reforzar vínculos y generar recuerdos nuevos.
La música no es una cura para la demencia, pero sí puede servirnos de acceso al alma cuando las palabras ya no bastan. Es una forma de recordar quiénes fuimos, de conectarnos con quienes somos y de ofrecer dignidad, emoción y presencia en medio del olvido.
Mientras la medicina sigue desarrollando tratamientos, la música ofrece una forma concreta de mantener la conexión con recuerdos significativos.