
Luis Y. Ríos‑Silva, PhD (c)
Catedrático Universitario
Cada 15 de junio, la Organización de las Naciones Unidas nos recuerda una realidad que no podemos seguir ignorando: conmemoramos el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez, una jornada dedicada a visibilizar y erradicar todas las formas de violencia que sufren millones de personas mayores en el mundo. Es una fecha que nos llama, como individuos y como sociedad, a detenernos y actuar con compasión, respeto y responsabilidad.
Pero más allá de denunciar, este día también nos invita a reconocer. Reconocer a quienes nos dieron la vida, nos criaron, nos educaron y nos formaron con esfuerzo, sacrificio y amor. Nuestros mayores no solo son parte del pasado: son protagonistas de nuestra historia colectiva. Han sido el sostén de nuestras familias, la voz de la sabiduría en medio del ruido, y la raíz que nos conecta con nuestros valores y cultura.
Ellos forjaron las bases de la sociedad que hoy disfrutamos. Con sus manos levantaron comunidades, trabajaron la tierra, construyeron escuelas, defendieron derechos, transmitieron saberes. Cada arruga es testimonio de luchas ganadas, y cada silencio, una lección de paciencia.
Hoy, sin embargo, muchas de estas personas viven en soledad, abandono o incluso bajo abuso físico, emocional o financiero. La ONU advierte que el maltrato en la vejez es una de las formas más invisibles de violencia, y que con el envejecimiento acelerado de la población, esta situación podría agravarse si no actuamos a tiempo.
Apoyar a nuestros adultos mayores no es un acto de caridad, es una obligación ética y social. Escucharlos, protegerlos, incluirlos, garantizar sus derechos y su bienestar debe ser una prioridad pública y privada. El respeto a su dignidad es el reflejo más claro del tipo de sociedad que somos.
Este 15 de junio, hagamos algo más que recordar. Que sea un día para reflexionar, para acompañar, para proteger y para agradecer. Que sirva para mirar a los ojos de nuestros mayores y decirles: “Gracias por tanto. No están solos. Los honramos, los cuidamos y aprendemos de ustedes.”
Porque si el futuro es la vejez, el presente debe ser la justicia, la gratitud y el amor.