
Dr. Reinaldo J. Santos
Médico Estético
Durante años, la medicina estética se asociaba principalmente con personas de la tercera edad y con el deseo de revertir los signos visibles del paso del tiempo. Sin embargo, ese paradigma ha cambiado de manera significativa. Hoy, la medicina estética moderna se centra en la prevención más que en la corrección, y eso ha transformado por completo el mercado y la percepción social de estos tratamientos.
Actualmente, los pacientes ya no esperan a que aparezcan las arrugas marcadas o la pérdida de volumen facial para visitar a su especialista. Cada vez es más común que personas desde sus tempranos 30 años acudan a consulta con el propósito de mantener la armonía y estructura del rostro, en lugar de recuperar lo que ya se ha perdido. Por ejemplo, conservar el volumen en el tercio medio del rostro ayuda a preservar la integridad de ciertos tejidos y evitar la caída progresiva del rostro con el tiempo.
Uno de los cambios más notorios ha sido la evolución en el uso de la toxina botulínica, conocida popularmente como “botox”. Hace algunos años se aplicaba casi exclusivamente en personas mayores, cuando las líneas de expresión ya estaban bien marcadas. Hoy se entiende que su mayor valor está en prevenir la formación de esas líneas profundas, por lo que su uso temprano permite resultados más naturales y sostenibles.
Este cambio cultural también ha estado acompañado de un proceso de desmitificación. La pregunta “¿cómo quedaré?” aún resuena en la mente de muchos pacientes. Sin embargo, la medicina estética actual busca justo lo contrario: resultados sutiles, armónicos y personalizados.
Otro avance fundamental está en los materiales utilizados. En la medicina estética clásica se empleaban productos permanentes, como la silicona o los biopolímeros, cuyos efectos secundarios podían ser severos y difíciles de revertir. Hoy predominan los rellenos dérmicos reabsorbibles, que ofrecen un resultado más natural, seguro y adaptable con el tiempo.
La tendencia es clara: la medicina estética moderna no busca transformar, sino preservar. El objetivo ya no es aparentar juventud a cualquier precio, sino mantener la salud y vitalidad del rostro de manera preventiva. De ahí la importancia de acudir a evaluaciones periódicas con un médico estético calificado.
Porque, como bien dice el refrán: no es lo mismo prevenir que lamentar.






