Investigadores aclaran que la educación mejora la memoria, pero no ralentiza el envejecimiento cognitivo
Durante décadas se pensó que tener un mayor nivel educativo podría ser un escudo contra el deterioro del cerebro con el paso del tiempo. Sin embargo, una nueva investigación internacional, una de las más amplias jamás realizadas sobre el tema, acaba de desmontar esa idea. Publicado en la prestigiosa revista Nature Medicine, el estudio analizó datos de más de 170.000 personas adultas de 33 países y concluyó que, aunque los años de estudio se asocian con mejor memoria y mayor capacidad intelectual al inicio de la vida adulta, no frenan el deterioro cognitivo propio del envejecimiento.
El hallazgo es especialmente relevante para las personas mayores, quienes a menudo han depositado esperanzas en los beneficios protectores de la educación a largo plazo. “Tener un mayor nivel educativo te da una mejor línea de partida, pero no evita que enfrentes los obstáculos del envejecimiento cognitivo igual que los demás”, explicó el investigador David Bartrés-Faz, uno de los autores del estudio.
La investigación fue liderada por la Universidad de Oslo (Noruega) en el marco del consorcio europeo Lifebrain, y contó con la colaboración del Institut Guttmann y la Universitat de Barcelona (UB). Se utilizaron más de 420.000 evaluaciones cognitivas y pruebas de imagen cerebral (como resonancias magnéticas) para medir aspectos como el volumen total del cerebro y las zonas responsables de la memoria, como el hipocampo y la corteza prefrontal.
Aunque se encontró que las personas con más estudios tienen un volumen cerebral ligeramente mayor y mejores resultados en memoria, razonamiento y lenguaje, todos los grupos, independientemente de su nivel educativo, mostraron un deterioro cognitivo paralelo con el paso de los años.
Más allá del aula, el papel de la vida activa en la salud cerebral
Los autores advierten que, si bien fomentar la educación sigue siendo esencial para el desarrollo individual y social, no basta por sí sola para envejecer con buena salud cognitiva. En su lugar, subrayan la importancia de mantener la mente activa con hábitos como caminar regularmente, socializar, controlar los factores de riesgo vascular (como hipertensión y diabetes) y participar en actividades que estimulen el cerebro, como leer, aprender cosas nuevas o resolver juegos de lógica.
En ese sentido, estudios recientes han destacado que caminar al menos 7.000 pasos diarios podría ser tan importante como cualquier título universitario cuando se trata de preservar la agudeza mental y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
Para las personas mayores de 65 años, este estudio representa un llamado a diversificar las estrategias para proteger el cerebro. Más allá del currículo académico, es el estilo de vida activo y saludable el que puede marcar la diferencia en el bienestar cognitivo durante la vejez.